Por: Maria Camila Gonzalez Mosquera

El 21 de octubre de 2025, el Tribunal Superior de Bogotá absolvió a Álvaro Uribe Vélez en un fallo que sacudió al país. Juan Manuel Santos, su histórico rival, reaccionó con un llamado a la calma y al respeto judicial.

El 21 de octubre de 2025, el Tribunal Superior de Bogotá emitió una sentencia de segunda instancia que redefinió el panorama político-judicial del país. En una decisión de alto impacto, el expresidente Álvaro Uribe Vélez fue absuelto de los cargos por presunto soborno a testigos y fraude procesal. Este veredicto puso fin a un proceso que mantuvo en vilo a Colombia por años, desatando una ola de reacciones en todos los espectros.

Álvaro Uribe Vélez, figura polarizante de la política nacional, resultó beneficiario directo de esta determinación, que desestimó las acusaciones en su contra. Sin embargo, la atención se centró rápidamente en la respuesta de su sucesor y acérrimo contradictor, Juan Manuel Santos. Desde su cuenta en la red social X, Santos publicó un mensaje contundente: "Los fallos judiciales deben acatarse con respeto. La independencia judicial es la base de una democracia sólida".

La decisión del Tribunal Superior no tardó en generar un torbellino de reacciones políticas y mediáticas, polarizando aún más el debate nacional. El pronunciamiento de Juan Manuel Santos, lejos de la confrontación esperada por muchos, fue interpretado como un llamado a la mesura institucional. Su mensaje subrayó la necesidad de aceptar las decisiones de la justicia, independientemente de las profundas diferencias políticas.

Este gesto inesperado de Santos, en un momento de efervescencia, realza la importancia de la institucionalidad en la democracia colombiana. Su postura enfatiza que el respeto por la autonomía judicial debe prevalecer sobre cualquier rivalidad partidista o personal. La absolución de Uribe y la reacción de Santos marcan un precedente crucial sobre la madurez política y el acatamiento del Estado de Derecho.